miércoles, 28 de noviembre de 2012

_salud de los ojos

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Un medicamento para reducir el colesterol también protege la salud de los ojos


Un nuevo estudio ha encontrado que las estatinas, los medicamentos recetados para mantener el colesterol 
en sus niveles deseados, también pueden ayudar a la salud de los ojos al disminuir las posibilidades de desarrollar el glaucoma ocular.

ay medicamentos que pueden ofrecernos varios beneficios 
y al parecer las estatinas se encuentran en este grupo. 


 Su función principal es mantener a raya los niveles 
del colesterol, pero no se limitan a esto. 


También podrían ayudar a controlar al enemigo silencioso de la visión, ya que inicialmente no da síntomas.


 Estamos hablando del glaucoma, la segunda causa de ceguera en el mundo. 


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 4.5 millones de personas están ciegas a causa de esta condición que para el año 2020 afectará a 80 millones de personas.


Un nuevo estudio ha detectado que las estatinas podrían ayudar a prevenir el glaucoma de ángulo abierto, que es la forma más común de esta condición de la vista. 


Las estatinas, como Lipitor (atorvastatina) y Zocor (simvastatina), son fármacos 
medicamentos que originalmente fueron desarrollados para tratar el colesterol alto.

 Además, han sido estudiadas por sus posibles beneficios 
en otras condiciones que afectan el sistema nervioso central, como el accidente cerebrovascular isquémico, el Alzheimer y la esclerosis múltiple (EM).


 Ahora, habría que agregar la vista a esta lista.


Unos investigadores de la Universidad de Michigan en 
Ann Arbor, en Estados Unidos, analizaron los datos de más 
de 500 mil estadounidenses de una edad promedio de 68 años, que tenían el colesterol alto, 
y detectaron que quienes tomaban estatinas  para combatirlo también disminuían el riesgo de desarrollar glaucoma, en alrededor de 0.3 por ciento por mes.


Asimismo, según estos resultados que fueron publicados en línea en Ophthalmology, los que tomaron estatinas de forma continua durante un año disminuyeron ese riesgo 
de 4 a 5 por ciento, en comparación con quienes no tomaron estatinas, y quienes continuaron tomándolas por dos años lograron disminuirlo hasta un 8 o 9 por ciento. 


Por el contrario, quienes siguieron un tratamiento para reducir el colesterol que no incluía estatinas no obtuvieron ninguna reducción en el riesgo de desarrollar glaucoma.


Según los investigadores, una posible explicación sería el efecto de las estatinas sobre el sistema nervioso central, ya que el glaucoma afecta tanto al nervio óptico como a las fibras nerviosas de la retina.


 De igual forma, las estatinas también aumentan la actividad de una enzima que afecta al flujo sanguíneo, lo que posiblemente disminuya el 
flujo de la sangre que llega al ojo. 

Otra explicación podría ser que quizá las estatinas reduzcan la presión del ojo, que es un factor de riesgo importante para el desarrollo del glaucoma.


A pesar de estos resultados, todavía no es posible recomendar estos fármacos para combatir o prevenir el glaucoma. 

Tampoco se sabe si las estatinas podrían retrasar el glaucoma en las personas que no tienen el colesterol alto. 


Lo que sí demuestran es, que quienes deben tomar esa medicina para disminuir el colesterol, podrían obtener un beneficio adicional con el tratamiento.


Recuerda que existen distintos tipos de glaucoma y la mayoría se producen lentamente, sin dar síntomas hasta que la enfermedad ya esta avanzada. 


Por eso muchas personas no 
se dan cuenta de que tienen esta condición, hasta que han perdido una gran cantidad de visión. 


Al principio, suele afectar la visión periférica (a los lados), 
y puede avanzar hasta afectar la visión central.


Sin embargo, si se detecta 
en una etapa temprana y se trata con rapidez, es posible controlarla y hasta evitar o detener la pérdida de la 
visión. 


Por eso son tan importantes 
los exámenes anuales de la vista en personas que están 
en riesgo de desarrollar glaucoma, entre quienes se encuentran:


blancos e hispanos mayores de 60 años o las personas de color mayores de 40
las personas con 
antecedentes de glaucoma en la familia
quienes tienen factores de riesgo relacionados con los ojos, como trauma ocular, córneas delgadas 
(superficie frontal del ojo), desprendimientos de la retina /relacionan-el-uso-de-ciertos-antibioticos-con-el-desprendimiento-de-la-retina/ , inflamación de los ojos y ciertas características en la apariencia del nervio óptico (que puede detectar un especialista con un estudio de control)
las que tienen ciertas condiciones médicas como diabetes y enfermedades cardíacas.


Considerando esta información, no descuides tu visión. 

Recuerda visitar a un oftalmólogo regularmente, para hacerte los controles de rutina necesarios que te permitan seguir disfrutando un mundo lleno de formas y colores.


 Y

 de acuerdo a este estudio, si estás 

tomando estatinas, ya sabes que tienes 

buenos aliados a tu favor.


 © iStockphoto.com / 

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Para vivir diez años más, ¡deja de fumar!

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Para vivir diez años más, 
¡deja de fumar!
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Las mujeres que fuman pierden diez 
años de vida, afirma un estudio reciente realizado en el Reino Unido.

 La buena noticia es que si dejan 
de fumar antes de los 30 o 40 años, pueden reducir el riesgo en un alto porcentaje. 

Aquí te cuento más sobre esta noticia para que de una vez por todas dejes 
al cigarrillo a un lado.

Victoria es una chica muy 
contradictoria: por un lado, hace 
seis meses que empezó a hacer 
ejercicio todos los días.

 Motivada por perder peso, no falta 
ni un día a su entrenamiento.

 Sin embargo, a sus 25 años, esta chica 
no deja de fumar. 

Quienes la conocen no entienden 
cómo puede estar tan contenta con el ejercicio y al mismo tiempo, seguir 
con su adicción a la nicotina.

 Parece que sus hábitos son tan 
opuestos como el vinagre y el aceite.
Tal vez ella deje a un lado sus contradicciones si se entera de lo que 
dice un nuevo estudio realizado en el Reino Unido.

 Según los investigadores, las mujeres 
que fuman pierden diez años de vida, pero pueden reducir ese riesgo si dejan 
el cigarrillo a tiempo.


El estudio, publicado en la revista 
The Lancet, analizó a más de un 
millón de mujeres que fueron 
reclutadas cuando tenían entre 
50 y 65 años y a quienes se siguió 
durante doce años. El 20% de estas mujeres eran fumadoras, el 28% ex fumadoras y el 52% nunca habían fumado.


Los investigadores de la Universidad 
de Oxford encontraron que las 
mujeres que continuaron fumando durante los tres años siguientes al 
inicio del estudio, tenían cerca de tres veces más probabilidades de morir en
 los nueve años siguientes que aquellas mujeres que no eran fumadoras.

 Y este triple aumento del riesgo se tradujo en que dos tercios de las
 muertes de las mujeres que tenía entre 50 y 79 años fueron provocadas por fumar.


Además, el riesgo de morir entre las fumadoras aumentaba de forma importante con la cantidad de 
cigarrillos que fumaban al día. 

Curiosamente, incluso las mujeres que
 no fumaban demasiado (de uno a 
nueve cigarrillos al día) al inicio del estudio, tenían el doble de 
probabilidades de morir que las no fumadoras.


Si tú eres como Victoria, que fumas
 más de una cajetilla todos los días, 
o aunque fumes poco, aún estás a 
tiempo de dejar el vicio y regalarte
unos años más de vida. 

Así lo confirma también la
investigación, pues encontró que 
las mujeres que habían dejado de fumar antes de los 40 años evitaban en más 
del 90% el riesgo de morir por esa
 causa.

 En el caso de las mujeres que dejaron 
de fumar antes de cumplir los 30 años,
 el riesgo se disminuyó en un 97%.


Este estudio habla una vez más de 
lo perjudicial que es el cigarrillo para 
la salud. 

Así que si eres joven como Victoria
 y quieres tener una larga vida,

 ¿qué esperas? 


Es hora de apagar ese cigarrillo 


para siempre 

y empezar a llevar 

una vida más sana.



Imágen © iStockphoto.com 

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lunes, 26 de noviembre de 2012

El ejercicio: un magnífico “alimento” para el cerebr

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El ejercicio: un magnífico “alimento” para el cerebro


Si sientes que se te están olvidando algunas cosas o te cuesta concentrarte, la solución podría estar en hacer más ejercicio. 

Unos estudios nuevos demuestran que la actividad física no sólo te ayuda a mantenerte en forma, beneficia además a la salud de tu cerebro.

Quizá te sorprenda el conocer todos los beneficios que puede tener el que practiques algún ejercicio de forma regular – ya sea entrenamiento de resistencia o de tipo aeróbico – y el efecto que tienen en tu capacidad cerebral o mental.

 Recientemente se presentaron los resultados de un estudio sobre este tema ante el Congreso Cardiovascular Canadiense en Toronto, Canadá que no dejan lugar a dudas: si quieres mejorar tu memoria y tener más agilidad mental ¡hay que poner el cuerpo en movimiento!


Para este estudio, se examinaron las habilidades cognitivas y la memoria de un grupo de personas cuya edad promedio era de 49 años, los participantes tenían sobrepeso y llevaban un estilo de vida sedentario.

 Se les pidió que siguieran una rutina de ejercicios dos veces a la semana que consistía en hacer bicicleta estacionaria y pesas. 

A los cuatro meses, no sólo habían bajado de peso y reducido sus medidas, había mejorado su capacidad de hacer ejercicio ¡y su función cerebral También ...
“Si uno habla con las personas que hacen ejercicio, afirman que se sienten más ágiles. 

Ahora, encontramos una forma de medirlo”, señaló en un comunicado de prensa de la Heart and Stroke Foundation of Canada el Dr. Martin Juneau, director de prevención del Instituto de Cardiología de Montreal. Según Juneau, lo que sucede es que durante el ejercicio, el flujo sanguíneo al cerebro aumenta. 

De manera que, mientras mejor sea la condición física, más aumenta el flujo sanguíneo.


El Dr. Juneau también comentó que aunque es normal que la función cerebral vaya disminuyendo a medida que envejecemos, ese deterioro es peor en las personas que sufren de enfermedades cardíacas.  “Es tranquilizador saber que uno puede prevenir ese declive, al menos parcialmente, mediante el ejercicio y la pérdida de peso ”, dijo.


Otro estudio sobre el efecto realizado por el departamento de Psicología de la Universidad de Iowa en el 2011, concluyó que los beneficios que recibe el cerebro difieren dependiendo del tipo de ejercicio. 

Por ejemplo, los ejercicios de resistencia  (como levantar pesas) ayudan a mejorar tu capacidad de concentrarte y de evitar otras distracciones, mientras que los ejercicios aeróbicos mejoran tu capacidad de coordinar varias cosas a la vez, de planificar a largo plazo y tu habilidad  de mantenerte ocupado por mayor tiempo.


Michelle Voss, la autora principal del estudio también explicó que el área del hipocampo del cerebro, que es clave para la formación de la memoria, se reduce 1% a 2% por año en las personas mayores de 60 años, pero aseguró que, cuando la gente de esta edad comienza regímenes de ejercicios, sucede lo contrario: 
ésta crece de 1% a 2%.


Pero el poder del ejercicio va más allá de tu capacidad cognoscitiva… también puede ayudarte a poner una sonrisa en tus labios, pues también influye en tus estado de ánimo.

  “El ejercicio es  lo mejor que puedes hacer por tu cerebro en términos de estado de ánimo, la memoria y el aprendizaje “, afirma el psiquiatra de la Escuela de Medicina de Harvard John Ratey, autor del libro, Spark: The Revolutionary New Science of Exercise and the Brain (Spark: La ciencia nueva y revolucionaria del Ejercicio y el Cerebro).

 Ratey afirma que incluso 10 minutos de actividad física pueden cambia la manera en que nuestro cerebro funciona ¡y siempre para bien!
Así es que ya lo sabes, si quieres mejorar tu memoria, tu capacidad de concentración y tu estado de ánimo ¡ponte en acción y haz algo de ejercicio! 

La lista de ejercicios es tan amplia y variada que te puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que existe alguna que se ajustará con tus actividades y tu calendario. 

¡Escoge la que desees y la que te agrade! 

Beneficiarás a todo tu organismo, incluyendo a tu cerebro.


Imágen © iStockphoto.com 


6 pasos para evitar que las emociones te hagan comer en exceso

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6 pasos para evitar que las emociones te hagan comer en exceso


Necesitamos comer para vivir. 

De otra forma el cuerpo no tendría energía para funcionar. 

Pero el hambre no es la única razón 
que nos impulsa a comer: lo hacemos además por aburrimiento, ansiedad, tristeza, soledad, ira, depresión o estrés. 

Comer bajo el impulso de estos estados de ánimo es lo que se conoce como “comer por emoción” que va creando hábitos negativos de alimentación difíciles de romper.

 ¿Necesitas ayuda para hacerlo? Aquí te brindamos 6 pasos que te ayudarán en la tarea.

Que tire la primera piedra el que nunca se haya terminado de una sentada un bote de helado (sustituye aquí tu postre favorito) después de un día de trabajo horrible. 

O quizás tu talón de Aquiles sea esa bolsa de papitas fritas que te devoras entera por puro aburrimiento.

 O el plato enorme de pasta que te hace sentir mejor cuando estás triste o decepcionada(o). 

Todos esos son ejemplos de ocasiones en las que no se come por hambre, sino por el estado emocional. 

Lo peor es que, precisamente durante esos momentos, el autocontrol y la voluntad están en su punto más bajo, por lo que la tendencia es a comer lo que menos nos conviene en cantidades excesivas, dejando al final un enorme sentimiento de culpa.


Se conoce como “comer por emoción” a la práctica de ingerir (o “devorar”) grandes cantidades de comida (por lo general, poco saludable) en respuesta a las emociones en lugar de hacerlo por hambre. 

Los expertos calculan que un 75% de las veces que las personas comen en exceso se debe a una motivación emocional, a su estado de ánimo.


Si te encuentras en esta situación, necesitas ayuda, así que te proponemos los siguientes pasos:


1. Lo primero: 

aprende a determinar si en realidad sientes (tienes) hambre. 

No siempre resulta fácil saber qué es lo que nos impulsa a comer, pero si prestas atención empezarás a darte cuenta de que determinados sentimientos o emociones como la ira (el enojo) , el aburrimiento o la tristeza te llevan corriendo a la cocina.


El hambre emocional por lo general llega de repente y te hace tener “antojos” por alimentos específicos (“Necesito comer chocolate… pizza… o algo salado”). Es más probable que sigas comiendo aunque estés lleno(a). 

De hecho, no puedes dejar de comer.
Si tienes hambre física te sentirás satisfecho(a) con cualquier tipo de alimentos y dejarás de comer una vez que te sientas lleno(a).


Otra pista que te ayudará a determinar si estás comiendo por emoción es cómo te sientes después de comer. 

Si en lugar de una sensación de bienestar, te sientes culpable, avergonzado(a) o te arrepientes de haber comido “esa barbaridad”, es muy probable que estés comiendo por emoción.


2. Identifica los momentos o sentimientos que te hacen comer excesivamente. 

¿Qué está pasando en tu vida? ¿Cómo te sientes? Tienes que ser valiente y reconocer si algunas de las razones siguientes están detrás de tu comportamiento compulsivo:


Te sientes incapaz de cambiar una situación molesta o desagradable (familiar, laboral, por ejemplo).
Te sientes abrumada(o) por algún problema (pérdida de trabajo, enfermedad) 
y no sabes cómo resolverlo
Sientes estrés, fatiga, soledad o aburrimiento
Tienes autoestima baja o inseguridad
3. Toma el control. 

Una vez que hayas identificado las razones o los “desencadenantes” que te hacen comer y comer, puedes entonces concentrarte en buscar alternativas que te hagan salir del círculo vicioso de emoción/atracón.

 No importa cuál sea la emoción, el impulso de comer se pasará si te concentras en otra cosa. Aquí te damos algunos ejemplos:
Si estás frustrada(o) o con estrés, proponte practicar yoga o algún tipo de deporte o actividad física.


Si estás aburrido(a), lee un libro interesante, ponte al día en alguna película premiada que todavía no has visto, practica un hobby o una actividad creativa o entretenida.

 ¿Qué tal aprender a tocar un instrumento musical o aprender un idioma?
Si te sientes sola(o), llama a un amigo, vista a un miembro de la familia o dedica unas horas a un trabajo comunitario.


Si te sientes agotada(o) y sin fuerzas, aprovecha para tomar una siesta reparadora o un baño de sales aromáticas.


4. Ojos que no ven….

 Elimina los alimentos “tentadores” en tu hogar. Lo mejor es abastecerte de frutas o vegetales frescos, barritas de energía, bajas en calorías que puedan servirte de bocadillo y en el caso de que no puedas evitar la tentación, no te hagan sentir culpable. 

Además, evita saltarte comidas que puede llevarte a comer excesivamente después y bebe todo el líquido que puedas, de preferencia agua. 

Muchas veces creemos tener hambre cuando en realidad lo que tenemos es sed.


5. En caso necesario, busca ayuda. El círculo vicioso de emoción/atracón puede ser muy difícil de romper. Si no logras resultados positivos por ti mismo(a), consulta con tu médico o busca ayuda profesional calificada.


6. Proponte una meta y date un premio. 

Cuando te vayas liberando del mal hábito de comer por emoción y puedas ir perdiendo incluso un poco de sobrepeso, date una recompensa (aunque sea pequeña): compra algo que te guste, visita un lugar que te interese, celebra con amistades.

 Así refuerzas el comportamiento positivo y premias tu trabajo.


Paso a paso irás rompiendo el círculo vicioso que te agobia y que te hace sentir todavía más frustrado(a). Recuerda que es importante que identifiques las situaciones y las emociones que te hacen correr a la nevera (refrigerador o hielera) o a la despensa y que sustituyas el exceso de comida por actividades estimulantes y divertidas. 

Te sentirás liberado(a), con menos peso ¡y estarás más saludable!


Imágen © iStockphoto.com / Lise Gagne



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Las legumbres (las leguminosas)

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Las legumbres
 (las leguminosas)

 entre otros beneficios, ayudan a controlar la diabetes tipo 2
Comer legumbres (leguminosas) es bueno para 
el corazón, pero además puede tener otros beneficios importantes para el organismo, como bajar el nivel de azúcar en la sangre y reducir la presión arterial.

Hay una relación directa entre la alimentación y la salud.

 Si padeces de diabetes, específicamente la de tipo 2, presta atención porque hay alimentos, como las legumbres o leguminosas, que pueden ayudarte a controlarla .


Entre las legumbres se encuentran los garbanzos, 
las lentejas, las habas, los guisantes
 (chícharos, arvejas) 
y los frijoles (porotos, habichuelas) que en general son ricos en proteína y fibra, pero bajos en grasa, lo que es beneficioso para el corazón y para todo el organismo. 

Y algo más: debido a su bajo índice glucémico (que significa que los carbohidratos o los azúcares que contienen se digieren y pasan a la sangre lentamente), también podrían ayudar a controlar el nivel de azúcar en la sangre de las personas diabéticas. 

Eso parece revelar un estudio de la Universidad de Toronto, publicado en la edición en línea del 22 de octubre de la revista Archives of Internal Medicine.


El estudio se llevó a cabo en
 121 pacientes de diabetes tipo 2, a los que se les asignó al azar comer una taza de legumbres
 o de productos de trigo integral diariamente. 

El estudio fue financiado en parte por Saskatchewan Pulse Growers, una organización sin fines  de lucro que representa a los granjeros de cosechas de legumbres de Saskatchewan.


Después de tres meses, los investigadores hallaron que 
los participantes que consumieron las legumbres experimentaron una disminución en su glucemia
 (su nivel de azúcar en la sangre) de 0.5, en comparación con 0.3 en los que consumieron productos a base de trigo integral. 

Y lo que más sorprendió a los investigadores: la presión arterial de los que consumieron legumbres se redujo 4.5 mm Hg, mientras que en los que comieron productos de trigo integral se redujo 2.1mm Hg.


Aunque no se sabe con exactitud por qué las legumbres tienen ese efecto en el nivel 
de glucemia y de la presión arterial, los investigadores piensan que probablemente 
se debe a su alto contenido de proteína, fibra y minerales.

 Su recomendación es que los pacientes con diabetes tipo 2 deben incluir más legumbres en su alimentación para disminuir el nivel de azúcar en la sangre.


Algunos expertos, sin embargo, piensan que no hay una dieta 
o alimento especial de bajo índice glucémico que les venga bien a todos los pacientes. 


Según ellos, una dieta personalizada les resulta más beneficiosa, y debe estar basada más bien en el estilo de vida de cada uno, considerando también los alimentos que le gustan y los que no le gustan.


 A muchos les resulta más fácil comer, por ejemplo, tres porciones de productos de trigo integral al día que una taza entera de frijoles (porotos o habichuelas).



En todo caso, los frijoles son una buena alternativa a las carnes rojas o procesadas, que son menos saludables y más costosas. 

Diferentes estudios sugieren que existe una conexión entre comer legumbres y una baja incidencia de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y cáncer. 


Aunque no comas una taza entera de frijoles al día, como se hizo en el estudio, puedes usarlos como ingrediente en distintos tipos de platillos, como salsas, ensaladas, sopas y guisos.


Si padeces de diabetes tipo 2, es una buena idea que consumas frijoles (porotos, habichuelas)
 y legumbres en general como parte de tu dieta regular, porque te ayudan a controlar el nivel de azúcar en la sangre. 


Pero aunque no sufras de diabetes, comer frijoles es beneficioso para tu salud.


 Es un alimento sano y con grandes propiedades nutritivas, ya que contiene fibra, antioxidantes, proteínas, vitaminas y minerales, y contribuye a la reducción de los lípidos (grasas) en la sangre. 


Y, además de su efecto positivo en el nivel de azúcar, te ayudan a bajar la presión arterial y a mantener en control el colesterol, factores importantes para una buena salud. 


¡Qué te aprovechen!



Imágen © iStockphoto.com /


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La comida chatarra perjudica tus arterias. ¡Cuídalas con una dieta sana! ..

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La comida chatarra perjudica tus arterias. ¡Cuídalas con una dieta sana! ..




Somos lo que comemos y si 
no ¡que le pregunten a 
nuestras arterias! Un 
estudio reciente encontró 
que en cada ocasión que comemos comida rápida de 
tipo chatarra, se perjudica
 a largo plazo al corazón pues disminuye la capacidad de dilatación de los vasos sanguíneos. 

A la inversa, éstos se dilatan mejor si nos sentamos a comer una comida saludable. 

La decisión de qué comer queda en tus manos, pero lo más inteligente es que optes 
por tu salud...


Falta de tiempo, vida agitada, largas horas fuera de casa o demasiado cansancio para ponerse a cocinar son algunos de los factores que pueden llevar a muchos a depender cada vez más de la comida rápida o chatarra, que en 
lugar de la excepción, se va convirtiendo en norma en muchos hogares. 

Pero si nos damos cuenta de que la calidad de nuestra vida 
y nuestra salud está directamente relacionada con lo que comemos, entonces hay que hacer un esfuerzo por sustituir esa comida chatarra por platillos saludables.


Por supuesto que lleva tiempo 
y esfuerzo planificar y preparar una dieta más sana, pero vale 
la pena, sobre todo para mantener una buena salud cardiovascular. 

Así lo confirma un estudio reciente, llevado a cabo por 
el Instituto Cardiaco de Montreal, afiliado a la Universidad de Montreal, en Canadá: una comida a base 
de verduras y salmón favorece el flujo sanguíneo, mientras 
que una comida de estilo rápido, a base de salchichas (hot dogs), o hamburguesas con papitas fritas, lo restringe, no mañana ni la semana que viene sino cada vez que se ingiere ya sea la comida saludable o la chatarra.


En el estudio, los 
investigadores incluyeron 
a 28 hombres no fumadores, que comieron primero una comida estilo mediterráneo 
que consistió en salmón, almendras y verduras cocinadas con aceite de oliva. 

Una semana más tarde, comieron una comida “chatarra” que incluyó un emparedado de salchicha, huevo y queso, junto con tres croquetas de papa.

 Luego de cada comida, los investigadores evaluaron cómo éstas afectaban la función del revestimiento interno de los vasos sanguíneos (el endotelio), que consiste en permitir la dilatación (o ensanchamiento) de dichos vasos (cuando la función del endotelio se dificulta, los vasos se estrechan y la sangre no puede circular apropiadamente, lo que a largo plazo puede provocar el desarrollo de la enfermedad cardíaca).


Las evaluaciones arrojaron 
lo siguiente: después de comer la comida chatarra, las 
arterias de los hombres que participaron se dilataron un 
24 por ciento menos que cuando no habían comido. 

Sin embargo, tras ingerir 
la comida de tipo mediterráneo las arterias se dilataron normalmente y mantuvieron
 un buen flujo sanguíneo.


Además de la dilatación arterial, los investigadores midieron los triglicéridos, 
un tipo de grasa en la sangre que puede provocar el estrechamiento de las arterias. 


En el estudio, los 
investigadores detectaron 
que los participantes con niveles más altos de triglicéridos en la sangre parecían beneficiarse más de
 la comida mediterránea, 
ya que sus arterias respondían mejor a la comida (se dilataban mejor) que las arterias de los hombres con niveles más bajos de triglicéridos.


Definitivamente, la dieta mediterránea le ofrece ventajas a tu corazón en particular y a tu estado de salud en general, haciéndote lucir más joven, tener más energía y a controlar mejor el peso.  


Y para que puedas realizar 
los cambios necesarios en tu alimentación, te recordamos las principales características de este patrón de alimentación, característico de los países de la cuenca mediterránea:

En ella abundan los alimentos de origen vegetal, como las frutas, las verduras y a base 
de granos integrales (pan, pasta, arroz, cereales y legumbres).


Se utiliza el aceite de oliva 
como grasa principal, tanto para freír como para aderezar.


Se consumen cantidades moderadas de queso y yogur.


Se da preferencia a los alimentos de temporada, en 
su estado natural, y se escogen siempre los más frescos.


La carne roja se consume sólo de cuando en cuando.

 Se consume más pescado (sobre todo el de tipo azul o graso), de carne de aves y huevos.


Se consume vino (preferentemente el tinto) 
con moderación junto con las comidas.


Las hierbas aromáticas se utilizan para agregar sabor a las comidas, como alternativa saludable a la sal.


Otros alimentos básicos de la dieta mediterránea son las aceitunas, la miel y los frutos secos.


Ahora ya sabes en qué consiste y que resulta beneficiosa para ti. 

La próxima vez que te sientas tentado(a) a ordenar una hamburguesa o una pizza en un restaurante de comida rápida, recuerda que tus arterias y tu corazón se resentirán. 


¿Vale la pena? 

Definitivamente no.


Imágen © iStockphoto.com