:_:_:_:__::_:_:_:_:_:_ ::_:_:_:_:_:_:_:_:_
_:::_:_:_:_:_:_:_:_:_:_:_:_:_:_:_:_:_:_:_:_:_
6 pasos para evitar que las emociones
te hagan comer en exceso
Necesitamos
comer para vivir.
De otra forma el cuerpo no tendría energía para funcionar.
Pero el hambre no es la única razón
que nos impulsa a comer: lo hacemos además
por aburrimiento, ansiedad, tristeza, soledad, ira, depresión o estrés.
Comer
bajo el impulso de estos estados de ánimo es lo que se conoce como “comer por
emoción” que va creando hábitos negativos de alimentación difíciles de romper.
¿Necesitas ayuda para hacerlo? Aquí te brindamos 6 pasos que te ayudarán en la
tarea.
Que tire la
primera piedra el que nunca se haya terminado de una sentada un bote de helado
(sustituye aquí tu postre favorito) después de un día de trabajo horrible.
O
quizás tu talón de Aquiles sea esa bolsa de papitas fritas que te devoras
entera por puro aburrimiento.
O el plato enorme de pasta que te hace sentir
mejor cuando estás triste o decepcionada(o).
Todos esos son ejemplos de
ocasiones en las que no se come por hambre, sino por el estado emocional.
Lo
peor es que, precisamente durante esos momentos, el autocontrol y la voluntad
están en su punto más bajo, por lo que la tendencia es a comer lo que menos nos
conviene en cantidades excesivas, dejando al final un enorme sentimiento de
culpa.
Se conoce
como “comer por emoción” a la práctica de ingerir (o “devorar”) grandes
cantidades de comida (por lo general, poco saludable) en respuesta a las
emociones en lugar de hacerlo por hambre.
Los expertos calculan que un 75% de
las veces que las personas comen en exceso se debe a una motivación emocional,
a su estado de ánimo.
Si te
encuentras en esta situación, necesitas ayuda, así que te proponemos los
siguientes pasos:
1. Lo
primero:
aprende a determinar si en realidad sientes (tienes) hambre.
No
siempre resulta fácil saber qué es lo que nos impulsa a comer, pero si prestas
atención empezarás a darte cuenta de que determinados sentimientos o emociones
como la ira (el enojo) , el aburrimiento o la tristeza te llevan corriendo a la
cocina.
El hambre
emocional por lo general llega de repente y te hace tener “antojos” por
alimentos específicos (“Necesito comer chocolate… pizza… o algo salado”). Es
más probable que sigas comiendo aunque estés lleno(a).
De hecho, no puedes
dejar de comer.
Si tienes
hambre física te sentirás satisfecho(a) con cualquier tipo de alimentos y
dejarás de comer una vez que te sientas lleno(a).
Otra pista
que te ayudará a determinar si estás comiendo por emoción es cómo te sientes
después de comer.
Si en lugar de una sensación de bienestar, te sientes
culpable, avergonzado(a) o te arrepientes de haber comido “esa barbaridad”, es
muy probable que estés comiendo por emoción.
2.
Identifica los momentos o sentimientos que te hacen comer excesivamente.
¿Qué
está pasando en tu vida? ¿Cómo te sientes? Tienes que ser valiente y reconocer
si algunas de las razones siguientes están detrás de tu comportamiento
compulsivo:
Te sientes
incapaz de cambiar una situación molesta o desagradable (familiar, laboral, por
ejemplo).
Te sientes abrumada(o)
por algún problema (pérdida de trabajo, enfermedad)
y no sabes cómo resolverlo
Sientes
estrés, fatiga, soledad o aburrimiento
Tienes
autoestima baja o inseguridad
3. Toma el
control.
Una vez que hayas identificado las razones o los “desencadenantes” que
te hacen comer y comer, puedes entonces concentrarte en buscar alternativas que
te hagan salir del círculo vicioso de emoción/atracón.
No importa cuál sea la
emoción, el impulso de comer se pasará si te concentras en otra cosa. Aquí te
damos algunos ejemplos:
Si estás
frustrada(o) o con estrés, proponte practicar yoga o algún tipo de deporte o
actividad física.
Si estás
aburrido(a), lee un libro interesante, ponte al día en alguna película premiada
que todavía no has visto, practica un hobby o una actividad creativa o
entretenida.
¿Qué tal aprender a tocar un instrumento musical o aprender un
idioma?
Si te
sientes sola(o), llama a un amigo, vista a un miembro de la familia o dedica
unas horas a un trabajo comunitario.
Si te
sientes agotada(o) y sin fuerzas, aprovecha para tomar una siesta reparadora o
un baño de sales aromáticas.
4. Ojos que
no ven….
Elimina los alimentos “tentadores” en tu hogar. Lo mejor es
abastecerte de frutas o vegetales frescos, barritas de energía, bajas en
calorías que puedan servirte de bocadillo y en el caso de que no puedas evitar
la tentación, no te hagan sentir culpable.
Además, evita saltarte comidas que
puede llevarte a comer excesivamente después y bebe todo el líquido que puedas,
de preferencia agua.
Muchas veces creemos tener hambre cuando en realidad lo
que tenemos es sed.
5. En caso
necesario, busca ayuda. El círculo vicioso de emoción/atracón puede ser muy
difícil de romper. Si no logras resultados positivos por ti mismo(a), consulta
con tu médico o busca ayuda profesional calificada.
6. Proponte
una meta y date un premio.
Cuando te vayas liberando del mal hábito de comer
por emoción y puedas ir perdiendo incluso un poco de sobrepeso, date una
recompensa (aunque sea pequeña): compra algo que te guste, visita un lugar que
te interese, celebra con amistades.
Así refuerzas el comportamiento positivo y
premias tu trabajo.
Paso a paso
irás rompiendo el círculo vicioso que te agobia y que te hace sentir todavía
más frustrado(a). Recuerda que es importante que identifiques las situaciones y
las emociones que te hacen correr a la nevera (refrigerador o hielera) o a la
despensa y que sustituyas el exceso de comida por actividades estimulantes y
divertidas.
Te sentirás liberado(a), con menos peso ¡y estarás más saludable!
Imágen ©
iStockphoto.com / Lise Gagne
_:_:_:_::_:_.
_:_:_:_:_:_::_:__:
_:_:_:_:_:_::_:_:_:_:_:_:_:_
No hay comentarios:
Publicar un comentario